ACEITE DE COCO: EL ALIADO QUE NO SABÍAS QUE NECESITABAS
El aceite de coco ha ganado una gran popularidad en los últimos años, tanto por sus propiedades beneficiosas para la salud como por su versatilidad en la cocina. Sin embargo, más allá de ser solo un ingrediente de moda, este aceite es un superalimento que puede estimular tu metabolismo y, con ello, mejorar la función cognitiva, gracias a su alto contenido en triglicéridos de cadena media (TCM), especialmente ácido láurico.
El fin de este artículo es mostrarte como este aceite tan poco conocido en España ayuda a que tu cuerpo utilice la energía, queme grasa de manera más efectiva y optimice tu rendimiento cognitivo.
BENEFICIOS EN EL METABOLISMO
Diversos estudios han confirmado el papel clave de los triglicéridos de cadena media (MCT) en la termogénesis, es decir, en el aumento de la producción de calor y, por tanto, del gasto calórico. Por ejemplo, la investigación de St-Onge y Jones (2002) demostró que sustituir los triglicéridos de cadena larga (LCT) en la dieta por MCT incrementa el gasto energético diario entre 100 y 669 kJ en hombres y en 138 kJ en mujeres.
En cuanto a la saciedad, se observó que el consumo de MCT redujo la ingesta de alimentos en 1070 kJ en comparación con los LCT. Sin embargo, en Van Wymelbeke et al se encontró que la reducción de la ingesta oscilaba entre 175 y 698 kJ, dependiendo del grado de saturación de los LCT, en la comida posterior a la ingesta de MCT.
Si tomamos el escenario más favorable, donde el gasto energético diario aumentaría en 669 kJ y la ingesta calórica se reduciría en 698 kJ, el impacto total permitiría evitar un aumento de peso de aproximadamente 1.35 kg al mes al sustituir los LCT por MCT en la alimentación.
En el escenario más conservador, con un incremento del gasto energético de 100 kJ al día y una reducción de la ingesta de 350 kJ diarios (175 kJ menos en dos comidas subsiguientes), la diferencia sería de 0.45 kg al mes.
En otras palabras, el aceite de coco no solo favorece una rápida producción de ATP para el funcionamiento celular, sino que también puede contribuir a un ambiente metabólico que promueve la pérdida de grasa.
BENEFICIOS COGNITIVOS Y NEUROPROTECTORES
No solo el metabolismo periférico se beneficia del consumo de aceite de coco; también el cerebro puede aprovechar sus ventajas. Los TCM, al posee la capacidad de transformarse en cuerpos cetónicos, suponen una importante fuente alternativa de energía para las neuronas. En este sentido, el estudio de Reger et al. (2004) mostró que el aumento de β-hidroxibutirato —un cuerpo cetónico resultante de la oxidación de TCM— se asoció a mejoras en la función cognitiva de adultos con deterioro de la memoria.
Esto indica que el aceite de coco, al proveer energía “limpia” y de rápida disponibilidad, puede ser un aliado tanto para potenciar el rendimiento mental como para proteger las funciones cerebrales en situaciones donde la utilización de glucosa se vea comprometida, caso que podría darse en pacientes que tienen prescrito el consumo estatinas - sobre las que habrá artículo pronto.
De manera anecdótica, conozco varios casos de personas mayores cuya función cognitiva se ha mantenido en un entorno con tendencia al deterioro gracias al consumo diario de aceite de coco, entre otros hábitos adquiridos.
GRASAS SATURADAS, MONOINSATURADAS Y POLIINSATURADAS: ¿CUÁLES SON LAS BUENAS?
Es importante conocer las diferencias entre los tipos de grasas que consumimos.
Las grasas saturadas, como las que predominan en el aceite de coco, son sólidas a temperatura ambiente - salvo si se encuentran expuestas al calor - y no contienen dobles enlaces en sus cadenas de carbono, lo que les confiere una alta estabilidad y una menor tendencia a la oxidación.
En cambio, las grasas monoinsaturadas poseen un único doble enlace y suelen ser líquidas a temperatura ambiente, mientras las poliinsaturadas tienen dos o más, lo que las hace mucho más susceptibles a la peroxidación y a la generación de radicales libres.
Las poliinsaturadas (PUFAs a partir de ahora) están compuestas por ácido como el ácido linoleico, araquidónico, alfa-linolénico, eicosapentaenoico y docosahexaenoico, altamente inestables y que se oxidan fácilmente en el cuerpo, generando radicales libres y productos de peroxidación lipídica que dañan las células y aceleran el envejecimiento. Su presencia interfiere con la función mitocondrial al inhibir la producción de energía, bloqueando la acción de la hormona tiroidea y promoviendo un estado de hipometabolismo. Además, su acumulación en los tejidos induce inflamación crónica, favorece la resistencia a la insulina y suprime la síntesis de hormonas protectoras como la progesterona y la testosterona, al tiempo que potencia la acción del estrógeno y el cortisol, lo que puede contribuir a diversas enfermedades degenerativas como el cáncer, la diabetes y los trastornos cardiovasculares.
En Maszewska et al. se observó que las grasas poliinsaturadas son propensas a oxidarse incluso a temperatura ambiente, lo que implica generar daños a nivel celular (Cury-Boaventura, M. F., Gorjão, R., de Lima, T. M., Newsholme, P., & Curi, R. (2006), por lo que grasas como las de la mantequilla, el aceite de coco, o AOVE se destacan como una opción más segura para mantener la integridad de las membranas celulares y optimizar la función mitocondrial, lo que se traduce en una mayor eficiencia en la producción de ATP.
¿EN QUÉ CANTIDADES HAY QUE TOMARLO?
La cantidad diaria recomendada para que puedan darse los beneficios sería de 28 gramos (29,5 mililitros si está en estado líquido), en torno a dos cucharas soperas al día.
En mi caso, por ejemplo, las tomo por la mañana con un vaso grande de leche, un cucharón de miel natural (de proximidad, no de supermercado), un scoop de colágeno, cacao, café, canela y jengibre; básicamente mi desayuno habitual.
Al final el cómo tomarlas depende de los gustos de cada uno, hay gente que toma una cucharada después de desayunar y otra después de comer, las mezcla con yogur... sobre gustos no hay nada escrito.
CONCLUSIÓN
En resumen, el aceite de coco se posiciona claramente como un elemento destacado para quienes deseáis potenciar vuestro metabolismo y, a la vez, cuidar la función cognitiva.
Gracias a sus triglicéridos de cadena media, va a conseguir facilitar una rápida conversión en ATP, promoviendo la termogénesis y la quema de grasa. Además, su capacidad para generar cuerpos cetónicos ofrece una fuente energética alternativa que beneficia la función cognitiva.
Finalmente, al compararlo con otras grasas, las propiedades estables y resistentes a la oxidación de las grasas saturadas presentes en el aceite de coco lo convierten en una opción nutricional preferente para mantener un metabolismo eficiente y preservar la salud celular.
Como siempre, os recomiendo llevar a cabo vuestra propia investigación, y llegar a vuestras propias conclusiones. Ningún producto que aparece en este artículo patrocina el mismo, son los que yo mismo uso y de los que doy fe de su calidad.